Hace unos días, descubrí que mi hijo no traía su chamarra del uniforme, y recordé que no la veía desde antes de que saliera de vacaciones... Con mi querido T.O.C. (transtorno obsesivo compulsivo) me puse a buscarla y caí en la cuenta de que seguramente la había dejado en la escuela... lo cual me cayó como bomba, porque a estas alturas, recuperar algo perdido u olvidado en la escuela es equivalente a no encontrarlo nunca.

Le dije claramente "Si no buscas la chamarra en la escuela o preguntas dónde guardan las cosas perdidas u olvidadas, vas a tener que comprar la chamarra con lo que tienes ahorrado". Si lo pongo en perspectiva, a muchos les sonaría arbitrario, injusto o impositivo. La verdad es que no lo es.

Cuando el niño escuchó esto, me contestó muy enojado "No, cómprala con tu dinero, no es justo, ve al banco y la compras tú", y fue ahí donde me quedé de a seis: Nuestros hijos están acostumbrados a que todo les resolvamos; a que si se rompe algo, lo repongamos; a que si se pierde algo, lo volvamos a comprar o lo busquemos nosotros; a que si se les muere la mascota, corramos a comprar otra y a sustituirla... y así tantas cosas que los han habituado a esperar todo de nosotros sin poner nada de su parte.

Obviamente le respondí que él la había perdido (o en este caso olvidado, y por consiguiente, perdido), y que tenía que asumir las consecuencias. "Lo que no te cuesta no lo valoras".

Y de pronto me doy cuenta de que no se trata solamente de una chamarra. Son  nuestras actitudes las que han hecho de nuestros retoños un montón de niños dependientes de nosotros, egoístas y narcisistas, que sólo buscan la satisfacción inmediata, sin que tengan que esforzarse por obtener lo que quieren/ necesitan.

Un momento... no estoy diciendo que ellos sean malos y que haya que mandarlos derechito al internado (ja!), sino que con la intención de darles "aquello que tanto trabajo nos costó a nosotros", queremos ahorrarles el sufrimiento de la espera, y les proveemos de la recompensa aún sabiendo que un poco de paciencia -y por qué no decirlo, de trabajo- no les vendría nada mal.

Esto sonó a conductismo puro, ya lo sé... ya me imagino a mis hijos salivando al estilo del perro de Skinner cuando les hable de ir a McDonald's el próximo fin de semana.

La cuestión es que, y bien nos lo dicen nuestras madres, los niños de ahora tienen todo. Ya no tienen siquiera qué imaginarse las cosas, porque la televisión, las películas en 3D o sus videojuegos se las dan. Tampoco tienen que leer cuentos, cuando pueden rentar el DVD o ir al cine para ver la versión de Pixar o DreamWorks.

Claro, tampoco se trata de no aprovechar las bondades de las nuevas tecnologías y vivir en el pasado, pero si queremos hijos resilientes; que puedan  tolerar la frustración; que aprendan a esperar su turno en la vida; que sean respetuosos y valoren el esfuerzo y el trabajo, no podemos seguir en esta inercia.

Lo más fácil para que un niño deje de llorar, es una de dos: le das un zape para que se calle, o darle lo que te está pidiendo. Con la primera opción sólo estás haciendo que contenga su frustración, pero estará albergando una rabia interna que surgirá a la más mínima provocación... tú nada más espera y lo verás. Con la segunda, te estarás quitando un dolor de cabeza y las miradas asesinas de los que van pasando de encima, pero tu hijo aprenderá a que puede controlarte de la manera que él decida. Así de simple.

Yo no estoy diciendo que esto es algo fácil y a nadie nos han enseñado cómo ser padres, pero con tantos "no hagas esto", "no deberías hacer lo otro", "eso podría tener repercusiones en su educación", "son los años de formación", etc., circulando por ahí, podemos darnos una idea de por dónde ir moviendo los remos para alcanzar más o menos una luz al final del túnel.

Hay cosas muy simples que podemos ir enseñando a nuestros hijos. Por ejemplo, cuando quieren que hagamos algo en ese mismo instante "mamá, por favor, dame la leche, ya, ¡ahora!, que tengo sed", sería buen momento de explicarle que mamá sólo tiene dos manos, y las está usando para terminar de preparar la cena, así que será necesario que espere su turno. EMPATÍA Y RESPETO... ooommmm....

Cuando se emberrincha con "es que yo quiero ese osito de pelucheeeeeee, ése no lo tengo y lo quiero ahoooraaaa... O si no, ya no voy a quererte"... Pues además de querer volverte loca y además asesinar a los que se les quedan viendo y te juzgan (oh, sí... tooodos tienen una opinión sobre eso), deténte y dile algo asi como "mira, yo también quisiera muchas cosas, pero no siempre puedo comprarlas y además, sí tienes muchos peluches, cuando lleguemos a la casa los podemos buscar y podrás jugar con ellos... Y aunque tú no me quieras, para mí siempre serás mi (agregar apodo cariñoso)"... Yo sé que no siempre funciona, pero vale la pena intentarlo... y por favoooorrrr.... empezando por mí, hay que refrenar el impulso de comprarles por comprarles todo el tiempo.... se vuelve costumbre y ya no aprecian cuando uno lo hace en verdad en una ocasión especial.

Mi marido tiene una filosofía "por cada cosa que reciban (siempre y cuando sea algo innecesario, mera compra superflua), tienen que regalar algo a cambio. Ustedes deciden qué regalar, y no puede estar roto o inservible".

Debo confesar que cuando voy al super, hay una tiendita al lado por la que me doy una vuelta porque todo está a un mismo bajo precio. Cuando no hay alguna libretita, hay marcadores de princesas o super héroes; hay gomitas, cuentitos, muñecas y demás chucherías baratas.  Cuando sucumbo a la tentación, compro algo para cada uno (o más de "un" algo, a veces son dos "algos") porque pienso "Caray, para eso trabajo, para darles a mis hijos lo que quiera"... ERROR: la primera en hacer corajes cuando veo ese "algo" tirado por ahí, o roto, o sin tapa, soy yo... ¿Y qué esperabas? Tienen tantas cosas en su cuarto que ni se dan cuenta de dónde quedó la gomita esa, o el bracito de la muñeca..."Ay, mamá, pues vamos otra vez a la tienda y compramos otro"... la culpa no es de ellos, de nuevo.

La culpa seguirá siendo nuestra cuando en un futuro, siendo ya adolescentes, no puedan enfrentar una crisis o quieran que uno vaya a dar la cara con sus directores de escuela, porque simplemente no saben cómo resolver un conflicto. O cuando no se conformen con tener lo que tienen, sino que quieran algo mejor o más caro, como el de sus amigos. O cuando vengan a decirnos que los atiborramos de muchas cosas pero que como nunca les hicimos caso verdaderamente (malagradecidos, ja ja...), se irán de la casa, o a vivir con el o la novia, o simplemente encontraron un refugio en el alcohol o las drogas (bueno, esto último no sé si te lo vengan a confesar abiertamente...).

El asunto es éste: ¿recordamos todavía lo importante que era tener nuestro cuarto limpio, la tarea hecha y algún otro trabajillo doméstico terminado para tener derecho a algo? Como dije, esto no es solamente cuestión de conductismo, sino de saber que para que valoremos el esfuerzo que cuestan las cosas, hay que esforzarse realmente para entenderlo. Que yo recuerde, mis papás no me dijeron que sí a todo, al contrario... Pero gracias a que fueron constantes y consistentes con esto, pude poner todo mi empeño en "levantar" el promedio como para no perder el papel estelar en mi primera obra de teatro... y vaya que irme a estudiar desde las 7 de la mañana en la biblioteca rindió sus frutos... Eso no se me va a olvidar nunca. Y no es que seamos perfectos, pero de alguna manera ahí la vamos llevando y no andamos tan perdidos, algo hicieron bien, ¿no?

Y sin embargo, ahora que veo a mis hijos romper todo con tanta facilidad, o dejar abandonada la chamarra por ahí, o tirarse al piso para que les compre todo lo que ven, me detengo y pienso: "Ay, papá, cómo me haces falta", o "si mi mamá me viera, ya me imagino lo que diría...", o el típico "¡Dios! Estos niños me van a matar... ya no los hacen como antes"... Cuando en realidad, ellos son producto de nuestras enseñanzas, por lo menos en su primera infancia... No podemos quejarnos de lo que estamos provocando...

Y ya con esta me despido, porque by the way... hay que checar tareas y bañar niños... Mañana será otro día, y con él vendrán nuevas oportunidades de meter la pata, pero eso sí, ya una vez sabiendo que estamos metiéndola, seguirla metiendo de okis ya es total y absolutamente nuestra responsabilidad. ¡Salud!
Hay ocasiones en las que uno comienza un nuevo proyecto con muchos ánimos y expectativas, como si no tuviera tiempo o energías que dedicar a los malos pensamientos o al pesimismo. Bueno, eso no está pasando con el año que recién se inicia. No sé si será porque generalmente los primeros días del año son normalmente grises y fríos, nada propensos a generar alegría o entusiasmo; o porque tal vez la misma incertidumbre de paso a la apatía y a la total indolencia, a la falta de ánimo y a la flojera.

Este año se presenta difícil, ya que es electoral, y como tal, nos va a enfrentar con campañas repetitivas, demagógicas y poco creíbles. Va a estar difícil ver con qué novedades nos convencerán los candidatos, ya que si todo 2011 estuvieron de gira por aquí y por acá, o en FILs metiendo la pata, ahora veremos qué tan creativos se pondrán para demostrar que son mejores que sus antecesores y que el partido que representan será nuestra salvación. ¿Será el fin del PAN, después del "milagro" de Fox y de las "luchas contra el crimen" de Calderón, que nos tienen hartos y desesperanzados? ¿Habrá llegado la hora en en que el Peje de veras se ponga cuerdo y nos sorprenda con sus propuestas?, ¿o de veras estaremos preparados para que una mujer nos gobierne?

También va a ser un año difícil porque envejeceremos un poco más: donde antes no había tantas canas, ahora saldrán más; en donde aparentemente la piel se sentía tersa, ahora habrá arrugas; donde antes no se "colgaba" anda, habrá flacidez... ¿estaré así porque me acerco a los cuarenta y ni siquiera me dí cuenta en qué momento pasé de los 36 a los casi 38, que me llegaron tan de repente?

Nuestros hijos seguirán creciendo. Dejarán de ser niñitos para convertirse en adolescentes que dejarán de hacernos tantas preguntas y nos verán menos como sus héroes. Ya extrañaremos la eterna preguntadera, o el que se quieran sentar en nuestras piernas mientras estamos sentados frente a la computadora, o viendo la tele. Cosas como "¡claro que es cierto, me lo dijo mamá!", o "mamá, ¿verdad que eres la mejor de todo el mundo?", dejarán de decirse tan a menudo, para dar paso a cuestiones "más profundas" y más parecidas a "¿tú qué sabes de eso? Nunca entiendes nada"...

Siempre he querido escribir un libro. Después de haber leído a muchos autores, me parecía que teniendo las ideas, sólo era cuestión de madurarlas, anotarlas en un papelito, e irlas perfeccionando hasta que solitas hicieran párrafos completos, y luego una trama entera. Pero creo que no va a ser tan fácil. Lo mío más bien es leer los que ya existen y recomendarlos. Y yo creo que este año tampoco voy a poder intentar siquiera anotar mis pensamientos como siempre he querido.

No es que anden diciendo por ahí que este año se nos acaba el mundo, pero siento como que estamos viviendo tan a la carrera y llevados por la inercia, que ni siquiera pudimos saborear con gusto la Navidad y las fiestas decembrinas como Dios manda. Tanto planear, decorar, preparar, cocinar, reunirse, abrazarse y demás, para que la cena termine en cuestión de horas, y al día siguiente se respire un aire de abandono y apatía. Pasa como con las bodas... lo que tanto tarda uno en preparar, termina en un solo día y la vida sigue como si nada. Será a lo mejor que como Navidad cayó en domingo, se juntaron dos cosas: día festivo y la aburrición de domingo por la tarde.

Sigo pensando en que enero es el peor mes del año... todavía no dice nada de cómo será el futuro, pero nos enfrenta a la dura realidad de que más allá de todo festejo, la vida sigue su curso y no espera a nadie.

Sin embargo, como es natural en el ser humano, siempre tendemos a hacer castillos en el aire; a imaginarnos lo que haremos y con qué lo haremos; a gastarnos lo que todavía no hemos ganado, y a idealizar nuestra realidad en los próximos meses.

Hace un rato ya venía pensando en lo que quisiera que mis hijos hagan este año, "ahora que tengas ocho años...", y sin embargo, no sé ni lo que haremos mañana o pasado.

Creo que hasta este punto ya he divagado lo suficiente. Sólo quise entrar a escribir unas cuantas líneas, porque hace mucho que no escribía nada y me van a cancelar mi blog.

Ojalá pueda seguir publicando las ideas que se me vengan a la mente, aunque nadie mas que yo las lea y me autocritique después... lo único bueno es que si no me gusto, me borro y listo.

Felicidades, Divina, en este año que comienza. No te adelantes al futuro, con que vayas viviendo un día a la vez es suficiente. Tal vez puedas planear una que otra cosa, pero lo mejor será que disfrutes la vida como se te presenta, y te dejes sorprender de vez en cuando. Si has de planear algo, que sean tus clases y los fines de semana... lo demás se irá dando solo.

Salud.