Viaje al DF

Hace ya tres años o más que no íbamos a la Ciudad de México en plan de vacaciones. Uno que otro viaje relámpago a algún concierto, pero ninguna oportunidad de nada, porque al día siguiente a trabajar.

Por lo mismo, este viajecito me supo a gloria. Es la primera vez que de verdad siento ese "algo" de ir a México. Dicen que después de tanto tiempo de vivir en provincia ya estoy "domesticada" y por lo mismo, ya no soy ni de aquí ni de acá. Pero el hecho de decir "sí, soy de aquí, soy chilanga y qué...", ahora me llenó de orgullito.

Claro, ir en esta época del año es genial, porque digan lo que digan: sí hay menos gente que el resto del año. Además, el clima también se portó bien. No hizo ni demasiado frío ni demasiado calor. Una chamarrita en las noches y ya.

Por otro lado, siempre resulta agradable ver tantos lugares lindos, tantas plazas y museos, y aprovechar la oferta cultural que tiene la ciudad. O ir al centro y admirar las calles, casas viejas y fachadas de otros tiempos... Obviamente, todo esto hubiera sido imposible si no fuera porque los defeños salieron y nos dejaron la casa sola. 


Todavía me pregunto cómo hubieran sido las cosas si hubiera estudiado en la UNAM, por ejemplo (lo más natural, porque mi mamá estudió ahí). O cuáles serían mis rumbos a estas alturas (no creo que me hubiera quedado a vivir en Satélite). Por eso, cuando paso por las Torres, o veo los lugares que conocí en mi infancia, me va llenando la nostalgia y quiero mostrarles a mis hijos todo lo que vivía y hacía cuando tenía su edad. 

Sin embargo, no estoy diciendo que me gustaría VIVIR ahí. Eso de tengas que vivir en la zozobra o manejarte siempre con el tiempo adelantado para llegar puntual a todos lados, ya cambia la cosa y le saco. Pero siento cosquillas de pensar "ja, yo ya conocía este lugar, de chica venía aquí... ¿ustedes no?", y al mismo saber que sólo estoy de visita, que no es para siempre. Es como sentir que tienes una conexión con toda esa gente, y sin embargo, ver los toros desde la barrera. 

Ir por el periférico o Reforma y saber que todo eso te pertenece por derecho natural, por así decirlo, porque ahí naciste. Ya la frontera con el Estado de México no existe (de hecho, el famoso Toreo ya valió). Ir contándole a los niños "mira, ahorita vamos a pasar por un lugar que se llama Chapultepec. Por aquí vive el presidente.... ahora van a ver a unos soldados..." y así... o poder identificar desde un ventanal los principales edificios y tener la seguridad de que conoces de lo que estás hablando. Es como si dijeras "miren, pasen a conocer mi casa"...

Aunque por otro lado, sigo pensando que mi papá hizo bien en traernos a esta nueva ciudad, porque aquí conocí a mis mejores amigos, a mi esposo y a diferentes personas que me han marcado. Ahora tengo una nueva familia, que aunque no es de sangre, es como si lo fuera... pero eso de haberme "domesticado" no es cierto... cuando de vez en cuando me sale algún tonito tan defeño, sólo digo "lo siento, yo sigo siendo chilanga". A hueso...